martes, 28 de enero de 2014

5 claves para la gestión de la rebeldía en la clase

Más de una vez en clase, sobre todo en los colegios e institutos, salta el alumno que no atiende, y que, o bien interrumpe la clase con sus gracias, o bien distrae a sus compañeros, o bien desafía al profesor. Se produce un conflicto, que, si no se tienen unas claves para gestionarlo, puede desacreditar la autoridad del profesor.

Daré cinco claves para gestionar la mala conducta de determinados alumnos entresacadas de un libro de Sue Cowley de 2010: Rebelión en el aula.




  1. Tener unas nociones de manejo conductual. A través de su experiencia, el profesor debe conocer unas claves, que unidas con su sentido común, le permitirá controlar casi toda situación. A tal efecto, el enseñante debe ser preciso en cuanto a las reglas desde el primer día, debe explicarlas con claridad a su clase. Todo ello manteniéndose tranquilo, educado, interesado y coherente, ofreciendo una estructura. La flexibilidad y la persistencia son cruciales. 
  2. El profesor debe saber gestionar su autoridad. El maestro es la persona que tiene el poder en un aula, luego, si sabe emplearlo bien, este debe saber mantenerse estricto sin caer en autoritarismos. Se recomienda ser firme pero divertido: el tipo de profesor que mejor cae al alumnado. El profesor debe transmitir seriedad desde el primer día (evitando el «no les sonrías hasta navidades»). Otro tema importante es el de aprenderse los nombres de los alumnos: está demostrado que hace que capte la atención de estos. Ganarse a los cabecillas de la clase es una buena estrategia para que el resto no se contagie de este tipo de conductas, atacando el problema de raíz. Si el profesor es asertivo y no cae en provocaciones, podrá lograr cosas como hacer que la clase se calle sin que este medie palabra.
  3. ¿Por qué se portan mal los estudiantes? Esto suele ocurrir porque se aburren  ‒como es el caso de algunos alumnos con altas capacidades‒, porque no están motivados para el aprendizaje, o por falta de interés por la materia. Se distinguen dos grupos de alumnos: aquellos con necesidades especiales y aquellos que tienen necesidades emocionales y conductuales. En ambos casos el maestro debe ayudarlos a comprender y a seguir el ritmo del resto de la clase. Se aconseja, para reforzar conductas positivas, elogiarles cuando se comportan bien. Si la conducta disruptiva continúa, el profesor debe comunicarles tras la clase por qué encuentra su conducta inadecuada, recordándoles las normas pactadas para todos los alumnos. Si aun así esto no sirve de nada, dichos alumnos deben ser evaluados por el equipo de necesidades especiales para detectar un posible problema.
  4. No tener prejuicios ni tomárselo como algo personal. El profesor debe mantener la cabeza fría ante las provocaciones. Cuando un instructor se muestra tranquilo y coherente, se evitan los sentimientos de injusticia en sus estudiantes porque, una vez que las normas han sido establecidas, los alumnos saben a lo que se exponen. Todo castigo debe ser acorde con esas normas, evitando ser arbitrarios en ese tipo de decisiones.
  5. Fomentar un clima positivo. Esto favorecerá un buen comportamiento. En cuanto la conducta del profesor, este debe transmitir pasión por la asignatura y amar el proceso de aprendizaje al interesarse genuinamente por sus estudiantes. Por ejemplo, es interesante que el maestro ponga ejercicios no demasiado largos y aburridos, dejando claro que siempre está bien organizado.
En suma, manejar la rebeldía estudiantil no siempre es una tarea fácil, aunque si se emplean estas sencillas técnicas y estrategias, además de las políticas del centro educativo, se resolverán la mayoría de los contratiempos. En casos de provocaciones más graves, o violentas, el profesor debe reaccionar pronto, antes de que vaya a más, evitando amenazar y abordando el problema de forma impersonal, siempre con asertividad. 

El tema es que los alumnos conozcan bien las normas pactadas (como pedir turno para hablar levantando la mano), así el desobedecerlas es elección de ellos, nunca algo arbitrario por parte del enseñante. El profesor ejerce una gran influencia en la vida de los estudiantes, tanto para los buenos como para los malos, y estos últimos necesitan el talento y apoyo del maestro; por ese motivo, esta profesión debe ser vocacional. No hay conflicto que no enseñe una lección.



Referencias bibliográficas:

Cowley, Sue (2010). Rebelión en el aula. Claves para manejar a los alumnos conflictivos. Bilbao: Desclée De Brouwer.

(Imagen).









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