Hace poco leí este ensayo clásico de George Lakoff (lingüista) y Mark Johnson
(filósofo) y la verdad es que me siento un poco más Pepito Grillo en el plano lingüístico. El libro trata de cómo la metáfora va más allá de ser una figura
retórica y pasa a formar parte de nuestro lenguaje cotidiano que afecta a la
manera en la que pensamos, sentimos y actuamos. Tanto es así que apenas somos
conscientes de la presencia de esta figura retórica en nuestro día a día.
Estos autores afirman que nuestro sistema conceptual, en términos del
cual pensamos y actuamos, es principalmente de naturaleza metafórica. Se
entiende metáfora como un tropo (la sustitución de una expresión
por otra de sentido figurado) que posibilita la descripción de algo a través de
una semejanza por analogía. Por ejemplo: «Aquiles es un león» (lo que
equivaldría a «Aquiles es valiente»).
Para ilustrar esta tesis, Lakoff y Johnson (1991) [1980] nos ofrecen
una serie de ejemplos de los que destaco los siguientes:
El concepto DISCUSIÓN. La discusión es una guerra:
Tus afirmaciones son indefendibles.
Atacó
todos los puntos débiles de mi argumento.
Nunca la he
vencido en una discusión.
¿No estás de acuerdo? Vale, ¡dispara!
El concepto TIEMPO. El tiempo es dinero:
Nos ha hecho perder
el tiempo.
He invertido
mucho tiempo en ello.
Tenemos que calcular
el tiempo.
¿Le sobra
mucho tiempo?
Vive de tiempo prestado.
El concepto MENTE. La mente es una máquina:
Vas a perder
el control.
Mi cerebro no
funciona hoy.
Hoy está un poco oxidado.
Les patinan
las neuronas.
Le falta un tornillo.
Los conceptos MÁS y MENOS. Más es arriba, menos es abajo:
El número de libros impresos cada año sigue en alza.
Mis ingresos se
elevaron el año pasado.
Es menor
de edad.
Si tienes demasiado calor, baja la calefacción.
El concepto VIDA. La vida es un recipiente:
La vida
está vacía para ella.
No queda mucho en la vida para él.
Vive la vida en su plenitud.
Nuestra vida está llena de actividad.
Cuantas más facetas metafóricas de un concepto se tenga, más rasgos asimilaremos del segundo, ya que una metáfora nos da una explicación parcial del
concepto y esto varía entre culturas; de ahí a que cada lengua tenga su genio o manera de plasmar la realidad a
través de las expresiones lingüísticas.
Otro punto interesante es el planteamiento que muestra cómo asimilamos los
conceptos: ni de forma objetiva, ni de forma subjetiva, sino en función de
nuestra experiencia y nuestros esquemas previos. Es decir, que ante conceptos
con cierto grado de abstracción como amor,
tiempo, idea, moralidad, etc., recurrimos a metáforas intuitivas para
interiorizarlos y expresarlos.
Como conclusión, y tras estas pinceladas que sintetizan la esencia de
este libro, recomiendo su lectura y relectura por lo accesible, cómoda y estimulante que resulta. Una
lectura que te cambiará los esquemas y hará que tomes conciencia de cómo
comprendes y te comunicas en el día a día. Más que una lectura, se trata de un
«bocado de placer intelectual».
Referencias bibliográficas:
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