El otro día sobre la hora de comer —era un día soleado pero sin terral (sí,
estamos hablando de Málaga)—, mientras regresaba camino a mi casa andando despreocupadamente
desde la parada de metro, no había casi nadie transitando, estaba caminando frente
la parada de autobús en la que habitualmente cojo las líneas para ir tanto al
centro como a la universidad; entonces fue cuando vi que se indicaba el tiempo
que quedaba para el próximo 3 de la EMT —quedaban
cuatro minutos, exactamente—, solo en
ese me momento me vino el flash de lo
que voy a contarte a continuación.