Cuando yo voy al cine, primero me dirijo al lugar,
hago cola en la taquilla para comprar la entrada, la pago, compro bebidas y
palomitas, me dirijo a la sala, me siento en mi butaca, veo la película y me
marcho a casa. He empleado una serie de expectativas que he adquirido por la
experiencia y que aplico sin pensar: estoy utilizando un esquema o marco
mental.
En gran medida los esquemas están relacionados con
la adquisición de conceptos. El origen de los conceptos tiene más de 2000 años: existen desde cuando Platón se preguntaba acerca de la justicia, o el conocimiento (dos
conceptos difíciles de definir). Algunos filósofos ‒como Leibniz o Descartes‒
argumentaban que los conceptos más importantes residían en la mente, otros
‒como Locke y Hume‒, afirmaban que los conceptos se adquieren por la experiencia
(Thagard, 2005: 59-60).
La idea de esquema fue introducida por Kant en su Crítica de la razón pura (1781) y se
desarrolló en el siglo XX debido al creciente interés de la psicología y la
ciencia cognitiva (véase Bartlett, 1932; Rumelhart, 1980).
Entonces ¿qué es un esquema? Hoy se entiende
esquema o marco a que las personas construimos (y representamos) nuestros
conocimiento del mundo de una forma organizada, significativa y que, al mismo
tiempo, esta estructura determina nuestra manera de entender el mundo (León,
2004: 149).
Los esquemas no son solo estructuras conceptuales,
sino que se trata de procesos activos mediante los cuales el sistema cognitivo
o mente nuestra se relaciona con el medio y construye una representación de este.
Cuanto más fluida y dinámica sea la adquisición de conocimiento, mayor será la
eficacia de esta interacción con el medio (León, 2004:150).
Hay dos tipos de procesamiento o filtros para aprender:
a) Inductivo (abajo-arriba o bottom up, en inglés).
Guiado por los datos que entran por los sentidos (lo que vemos, oímos, tocamos,
etc.).
b) Deductivo (arriba-abajo o top down, en inglés).
Guiado por el conocimiento conceptual o nuestras ideas previas, ajustando la
información a estos esquemas.
Los esquemas se suelen emplear en procesos como la
percepción, la comprensión, la memoria, la organización de la conducta,
etcétera. Por ejemplo, en la memoria y la comprensión, el conocimiento previo y
su organización son fundamentales: autores como Bransford y Johnson (1972), variaron la disposición del conocimiento previo bajo tres condiciones:
1) Facilitando un título apropiado del texto a los
lectores.
2) Proporcionando dicho título inmediatamente tras
la lectura.
3) Privando a los lectores del título.
Se llegó a la conclusión que para comprender
coherentemente el texto, no era suficiente con tener un conocimiento del mundo,
sino que dicho conocimiento debe ser
activado o evocado antes de la
lectura o durante esta (León, 2004:153).
Por eso el contexto en que se aprenden las cosas es
muy importante: predispone a nuestra mente a enlazar lo que ya sabemos acerca
de un tema con lo que no conocemos, encontrando puntos de conexión que hacen
que se enriquezca nuestra comprensión sobre cualquier asunto.
Los esquemas no solo se aplican en contextos de
aprendizaje (como en el cambio conceptual, al que le dedicaré un post más
adelante), sino también en contextos como el humor (Howard, 1987: 34). Es
decir, algo nos hace gracia porque «nos rompe los esquemas», se salta lo
previsible.
Tampoco son todo ventajas: al actuar los esquemas
como filtros, se omiten muchas partes que no comprendemos de la información que
intentamos asimilar.
En otras ocasiones los esquemas pueden filtrar
demasiado, como sucede con los estereotipos étnicos: a mucha gente le gusta
etiquetar a pueblos y culturas por tópicos, comportándose de forma intolerante.
Otro inconveniente es el de cambiar ideas fijas: a
veces sucede en ciencias que nuevos descubrimientos obligan a un cambio de paradigma o de las
ideas previas que están muy asentadas; este cambio se produce de forma lenta
por eso.
Otro problema es el de aplicar un esquema equivocado
ante una información ambigua. De ahí surgen todos los malentendidos cotidianos
(Howard, 1987: 50-51).
Para evitar estos inconvenientes es necesario «aprender
a desaprender», tener la mente abierta y escuchar o leer bien las cosas antes
de opinar.
Espero haberte roto los esquemas o cambiado algunas ideas previas que tenías sobre la comprensión y hayas reestructurado tu conocimiento con este post.
Espero haberte roto los esquemas o cambiado algunas ideas previas que tenías sobre la comprensión y hayas reestructurado tu conocimiento con este post.
Como diría Kant: «Vemos las
cosas, no como son, sino como somos nosotros».
Referencias bibliográficas:
Bartlett, Frederic (1932). Remembering. Cambridge: Cambridge University Press.
Bransford, J. D. y M. K. Johnson
(1972). «Conceptual prerequisites for understanding: some investigations of
comprehension and recall». Journal of
Verbal Learning and Verbal Behavior, 11: 717-726.
Howard, Robert (1987). Concepts
and Schemata. An Introduction. Londres/Filadelfia: Cassel Educational.
León, José Antonio (2004). Adquisición de conocimiento y comprensión. Origen, evolución y método. Madrid:
Biblioteca Nueva.
Rumelhart, David (1980). «Schemata. The Building Blocks of
Cognition». En R. Spiro, B. Bruce y W. Brewer (eds.). Theoretical Issues in Reading Comprehension: 33-58. Hillsdale,
Nueva Jersey: Erlbaum.
Thagard, Paul (2005). Mind.
Introduction to Cognitive Science (2.ª edición). Cambridge: MIT Press.
(Imagen).
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