martes, 7 de enero de 2014

Thomas Hardy y la perseverancia: la conquista de un sueño

En 1840 en Higher Bockhampton (Dorchester, Reino Unido) nació una persona compleja, con una rica vida interior y de gran curiosidad intelectual: Thomas Hardy. Este escritor incansable ‒estuvo activo durante sesenta de sus ochenta y siete años de vida‒ tuvo una formación poco ortodoxa, no fue a la universidad y se formó como arquitecto, pero sus ganas de aprender hicieron de él un hombre hecho a sí mismo en el plano intelectual; por ejemplo, en su adolescencia leía durante dos o tres horas antes del desayuno a los autores clásicos y el Nuevo Testamento (Page, 1990, p. 6).

Hardy siempre tuvo claro que quería ser poeta pero el éxito de los grandes novelistas de su época, como Dickens, Eliot, Trollope, etc., hizo que nuestro autor se apuntara al negocio rentable de escribir novelas. Al principio le costó hacerse un hueco, tanto con las editoriales como con las revistas literarias, pero en la cúspide de su carrera fue capaza de vender 19 000 copias de Tess, la de los d'Urberville a finales de 1892 (Page, 1990, pp. 14-15). Sus obras si no llegaban a ser «best-sellers», llegaban a convertirse en «long-sellers» lo que refleja su habilidad para los asuntos económicos.



Su gran capacidad de atención y sensibilidad (que no le impidió tener éxito social) hizo que cultivase desde niño, aparte de su amor por el violín, un oído agudo para los dialectos regionales y su capacidad de captar los diferentes registros; talento que utilizó más tarde en elaborar novelas regionalistas de corte naturalista que fueron grandes éxitos. Pero Hardy tuvo también grandes detractores debido a que se atrevía, a través de los personajes complejos de sus obras, desafiar las convenciones de su época. Como con todo hombre carismático, o se le amaba o se le odiaba: no había término medio.   

Se dice de él que fue un novelista del siglo xix y un poeta del xx pero también cultivó el relato corto, el teatro y la autobiografía; aunque abandonó la novela en el siglo xx, contrariamente a lo que se piensa, no por las duras críticas sufridas, sino por lo laboriosas que le suponían las novelas, el hecho de no adaptar su estilo narrativo a los nuevos tiempos y porque con el dinero ganado ya podía dedicarse a su verdadera pasión: la poesía. En sus últimos años, sin demasiados sobresaltos, obtuvo reconocimientos como la Orden del Mérito en 1910. Falleció en Max Gate (Dorchester, Reino Unido) en 1928.

Como se observa, Hardy priorizó subsistir económicamente antes que realizar su sueño ‒ser poeta‒, que postergó para cuando tuvo su vida más que resuelta, no dejando nunca de escribir versos. Es una manera de prepararse, mediante trabajos alimenticios (como escribir novelas para Hardy), para la verdadera vocación, un medio para alcanzar un fin, ya que son trabajos que permiten ganar experiencia, desarrollar fortalezas y habilidades útiles de cara al verdadero trabajo vocacional (Pérez-Ortega, 2007).

Lo importante es no perder de vista nuestros objetivos profesionales reales. En ese sentido es importante mantenerse proactivo u organizado gestionando nuestro, limitados y preciosos, tiempo y recursos; dedicándole las horas diarias necesarias para cultivar nuestro sueño. A quién se adelanta, no le pilla la realidad por sorpresa. Antes de hacer las cosas perfectas y a nuestro gusto, empecemos por hacerlas bien para más adelante… alcanzar nuestra anhelada perfección.


Referencias bibliográficas:

Page, N. (1990). Thomas Hardy. Londres: Routledge and Kegan.

Pérez-Ortega, A. (18 de octubre de 2007). Trabajos alimenticio [entrada de blog]. <http://www.marcapropia.net/2007/10/trabajos-alimenticios.html> [consulta 25-03-16].



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