jueves, 2 de enero de 2014

Retórica de la persuasión de masas y la libertad

Nietzsche profetizó la muerte de Dios, entendido como todo aquello que el racionalismo propugnaba: los dogmas morales, los cánones, etc. En el siglo xx asistimos a corrientes de escepticismo radical como la que defiende la teoría de la deconstrucción: no existe la verdad y cada interpretación es tomada como válida. En este mismo siglo se llega a un gran perfeccionamiento científico y toda empresa del conocimiento se somete a la técnica, que mejora sus procedimientos en función de los resultados: todo es medido, cuantificado y analizado (la gente ya no piensa en árboles, sino en leña). Esto también afectará a la ciencia de los mecanismos de persuasión: la retórica.

Ya no interesa persuadir a determinadas minorías o grupos, sino a la sociedad en conjunto y, depende de si se utiliza la persuasión –cuyas técnicas de comunicación no son neutras–,  para hacer el bien, como ocurre con la transmisión de conocimientos en la educación, la formación, la instrucción, la literatura y la información; o para hacer el mal, como en los regímenes totalitarios (nazismo, fascismo y comunismo).




Nietzsche y la retórica fueron tergiversados y en estas circunstancias corre en peligro la libertad. Se pasa del estudio de los tipos de público para la adecuación del discurso (decorum) de la retórica clásica, al análisis de comportamiento de nuestros días; de conmover el pathos a manipular las emociones, de la búsqueda en los topoi en la tegné de la inventio, a la búsqueda de estereotipos, símbolos culturales o arquetipos. La retórica clásica ha evolucionado a la psicología social y de las masas (en el contexto de la persuasión de masas). 

Ese tipo de persuasión social pretende producir sugestionalidad mediante temas simples, eslóganes y consignas que sustituyen las evaluaciones racionales por reacciones reflejas. Estamos ante un proceso de cambio de creencias de la población con fines perversos (Carton et al., 1994, p. 143). Estos regímenes se caracterizan por su irracionalidad y, para ello, utilizan el juego verbal para vender ideas verosímiles, debido a que la fuerza de la palabra es irracional; se trata de un resurgir de la sofística en detrimento del ideal retórico de Platón. 

Pero no hace falta sufrir una dictadura para que nos manipulen: los medios de comunicación siguen estrategias más sutiles que acaban influyéndonos, tanto para que pensemos de determinada manera, o para que compremos determinados productos. Todo mensaje persuasivo busca sobre todo alcanzar y modificar la opinión pública en su favor (no suelen atacar a nuestras creencias más profundas para que no nos sublevemos) para, en lo posible, manejarla de forma que la opinión particular del persuasor parezca opinión general de la sociedad; con esto se crean climas de opinión locales o sectoriales (Roiz, 1996, p. 104).

Entonces ¿qué se puede hacer hacer para mantenerse lúcidos ante semejante situación en la cual dudamos de nuestra capacidad de decisión? Existen varios enfoques de resistencia a la persuasión, entre ellos: 

1) La teoría de la inoculación. De fundamento biológico (basado en las vacunas), se trata de someter al individuo a formas debilitadas de comunicación persuasiva, de modo que lograse estimular las defensas psicológicas contra los argumentos previstos. Se puede negar la validez de la fuente de información o discutir la credibilidad del canal. 

2) Generar argumentos contrapropagandísticos o contrapublicitarios. Se basan en la mayéutica socrática: es una estrategia que se fundamenta en inducir al receptor a conocer los mecanismos de persuasión y, con ello, poder rebatir argumentos. 

3) Estrategia del mensaje de apoyo. Se impulsa a los individuos aislándolos del contacto con los mensajes o estimulándolos a no reconocer su validez. Se suelen apoyar con información contrastable para reforzar las creencias. 

4) Desmontar sistemáticamente por medio de los hechos el carácter contradictorio de la propaganda. Los hechos reales, al ser los verdaderos y los más coherentes, son los mejores argumentos para combatir la mentira, la falsedad y contradicción de todo tipo de propaganda (Roiz, 1996, pp. 89-92).

En definitiva, para ser libres deberemos utilizar nuestra voluntad de poder y para eso conocer los mecanismos retóricos y desarrollar nuestro criterio son los mejores caminos para sentirnos libres; aunque, como diría Fernando Savater, estamos constantemente persuadiendo y siendo persuadidos, nos guste o no. La retórica y la verdad siguen siendo necesarias en nuestros tiempos.


Referencias bibliográficas:

Carton, R. et al. (1994). La psicología moderna: saber persuadir... Madrid: Edesco.
Roiz, M. (1996). Técnicas modernas de persuasión. Madrid: Pirámide.






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