martes, 4 de marzo de 2014

El aprendizaje continuo: una herramienta imprescindible para gestionar el cambio

El entendimiento común piensa ciertamente que los que saben son aquellos que no necesitan aprender, puesto que ya han terminado su aprendizaje. Pero no es así; solo sabe aquel que entiende que debe volver a aprender constantemente y el que, a raíz de esta comprensión, haya llegado ante todo a la posición de poder aprender siempre. Esto es mucho más difícil que poseer unos conocimientos. (Heidegger, 1997 [1953]: 29).

Mucha gente opina que los sabios ya saben porque lo tienen aprendido y que no renuevan sus contenidos. El saber exige actualización y rememoración permanente de lo que se aprende, sobre todo hoy en el mundo tan cambiante como el de hoy en día. Ante la avalancha de información nueva es necesario que el sabio la sepa convertir en conocimiento.


El profesional de hoy en día debe constantemente «afilar la sierra».

Quien no esté preparado para el cambio perece. No se trata solo de saber, también es necesario saber manejar nuevas herramientas informáticas o técnicas, o una plataforma de Internet. Luego se trata de incrementar conocimientos y habilidades para manejarlos.

El aprendizaje continuo no solo es necesario en el sector técnico o informático, también para los profesores que deben actualizar metodologías, los traductores que deben aprender la terminología de un campo o actualizar el manejo de una memoria de traducción o incluso para un humilde zapatero que tiene que trabajar con nuevos materiales y aparatos, etc.


Este tipo de aprendizaje sirve para capitalizar la experiencia de otros, la propia y la del entorno. También se relaciona con la búsqueda de herramientas y medios para estar al día y aplicar los conocimientos al puesto de trabajo. Para ello se debe fortalecer las capacidades personales y profesionales, aprovechar la capacidad de aprender de la propia experiencia y la de otros. (UCA, 2014).

Stephen Covey ya hablaba de «afilar la sierra» como la renovación de las áreas física, social/emocional, mental y espiritual; como una capacidad de producir y gestionar los desafíos que nos rodean (véase Covey, 2011 [1989]).

Las conductas específicas del  aprendizaje continuo son:

1) Actualizarse respecto a las últimas metodologías y prácticas de su especialidad.

2) Considerar el conocimiento como un activo decisivo para la competitividad.

3) Ampliar sus conocimientos más allá de su área de trabajo inmediata.

4) Buscar y analizar información útil para la solución de problemas en su área.

5) Adquirir nuevas prácticas y conocimientos.

6) Fijar nuevas metas de aprendizaje.

7) Cooperar en otras áreas cuando necesita conocimientos y práctica en otros campos.

8) Permanecer actualizado en los conocimientos técnicos requeridos por su área. (UCA, 2014).

Por lo tanto, un sabio es sabio no porque sabe y tiene conocimientos, sino porque nunca deja de preguntarse cosas nuevas y siempre está aprendiendo. Al igual que un deportista, este necesita un buen entrenamiento permanente para superar sus marcas.


Referencias bibliográficas:

Covey, Stephen R. (2011) [1989]. Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva: la revolución ética en la vida cotidiana de la empresa. Barcelona: Paidós.
Heidegger, Martin (1997) [1953]. Introducción a la metafísica. Trad. Angela Ackermann Pilári. Barcelona: Gedisa.
UCA (2014). «Aprendizaje continuo» [en línea]. Plataforma para la Formación, Cualificación y Certificación de las Competencias Profesionales. <http://www.csintranet.org/competenciaslaborales/index.php?option=com_content&view=article&id=144%3Aaprendizaje-continuo-&catid=55%3Acompetencias&Itemid=146> [consulta 02-03-14].
(Imagen).
(Vídeo).

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