martes, 1 de noviembre de 2016

Impresiones sobre la charla «Genética y epigenética. El vínculo entre generaciones»

El día 28 de octubre asistí a una conferencia en la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga del Dr. Rafael Garesse Alarcón –catedrático de Bioquímica Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid, España– que versaba sobre genética y epigenética, siendo esta última una línea de investigación muy en boga en la comunidad científica actual.

Garesse, oriundo de Málaga pero que trabaja en Madrid, nos brindó una charla de aproximadamente hora y media que resultó amena aunque no de fácil comprensión para una persona no iniciada en conocimientos de genética elemental. A pesar de ello, el ponente hizo un gran esfuerzo divulgativo al acercar esta temática, complejísima de por sí, al público formado mayormente por estudiantes de Psicología y los asistentes al curso para el Diploma de especialización en Psicodrama y Movimientos Sistémicos (era la conferencia inaugural, gratuita y abierta a todos los públicos), además de personas ajenas a las ciencias empíricas.

Influencias epigenéticas del organismo.


Comenzó, y casi terminó, introduciendo el marco teórico-histórico sobre genética (casi una hora), y destacó a autores como Lamarck, Darwin, Mendel, Sanger, Watson y Crick, etc.; todos ellos investigadores insoslayables para comprender los misterios de nuestra librería hereditaria que se refugia en el núcleo de nuestras células (el ADN). Destacó, por ejemplo, que trabajó –para su sorpresa, tras solicitarlo– con Sanger (ganador de dos premios Nobel), y subrayó de él que era un auténtico artesano de la ciencia (así se secuenciaba el ADN al principio) con una gran humildad. Nuestro ponente recuerda cómo en aquella época soñaba, además, con las secuencia de A-C-G-T (bases nitrogenadas que componen cada secuencia de ADN).

El disertante contó también que lo que le motivó a investigar en biología era una lectura de su infancia de un libro (descatalogado) de un científico cubano que se titula Los hilos de la vida (en referencia a la forma de la molécula de ADN en forma de doble hélice enrollada); ese libro le marcó por la pasión con la que estaba escrito. También, en clave de humor, nos habló que se decantó por dedicarse a su campo de investigación al leer unos escritos de Watson y Crick sobre cómo hablaban sobre genética entre pinta y pinta en un pub donde siempre quedaban; además de las mujeres, fiestas, etc., propias de la vida universitaria. 

Una hora tras el comienzo de la charla por fin empezó a hablar de epigenética (yo hubiese ido más al grano). Nos contó de qué forma las moléculas de ADN requieren, entre otros componentes, de las histonas para lectura de los enmarañados hilos, y de cómo la metilación de las bases nitrogenadas también facilita su lectura. Estas transformaciones no son uniformes y dependen de muchos factores; entre ellos, el medioambiente. Dicho de otra forma, los mecanismos reguladores del ADN son muy finos y sensibles y tienen muchas imperfecciones fruto del medio tanto interno como externo; están en permanente fluctuación.

Se estima que un diez por ciento de los que se hereda de padres a hijos procede de las influencias del ambiente experimentadas por los progenitores (nutrición, hábitos, guerras, etc.), lo que da lugar una reconsideración –parcial– del lamarckismo (que defendía, por ejemplo, que las jirafas tenían cada vez el cuello más largo generación tras generación porque tenían que alcanzar las ramas de los árboles más altos para comer). Pero Garesse se mostró prudente respecto a esta idea porque, aunque según la investigación empírica es posible, esta innovadora línea científica aún está dando sus primeros pasos.

En pocas palabras, esta conferencia me ha servido de repaso de la genética que aprendí en primero de Psicología; en cuanto a la epigenética, pues, me he quedado con ganas de mucho más –seguramente al igual que muchos asistentes–. De todas formas, he de reconocer que el tema es difícil de divulgar sin unos conocimientos previos, y, en ese sentido, el conferenciante ha sido demasiado prudente al respecto, a mi parecer. Lo bueno ha sido demasiado breve.







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