Se dice del cerebro que es el órgano más complejo del
universo, y, a día de hoy, gracias a los
avances de la técnica, lo poco que sabemos de él nos ha permitido comprender su
funcionamiento y mejorar la calidad de vida de millones de personas;
imaginemos las posibilidades que el estudio de dicho órgano tendrá dentro de un
siglo. Hace unas semanas salió una noticia sobre lo que podría ser un gran hito
en la cartografía de nuestro órgano pensante: científicos de la Universidad de Washington han publicado en Nature un estudio en el que se detallan
97 nuevas áreas del cerebro.
El estudio se ha
llevado a cabo gracias a la iniciativa ambiciosa del Proyecto Conectoma Humano, estudio
dirigido por Van Essen en el que se emplea la última tecnología en resonancia
magnética y así se cartografió el
cerebro de 1200 personas adultas. Se dividió la información de 210 jóvenes de
ambos sexos y acotaron 180 áreas tanto del hemisferio izquierdo como del
derecho. Se combinaron la medida del grosor del córtex y la cantidad de
mielina entorno a los axones. Digamos que las zonas mapeadas son la resultante
de sumar muchas imágenes parecidas –pero no iguales– de los sujetos del
estudio.
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Nuevo mapa cerebral obtenido por resonancias magnéticas. |
Cabe destacar como novedad el área 55b, que se activa cuando escuchamos una historia. También
hay otras relacionadas con el campo de visión o el control del movimiento.
Glasser, uno de los investigadores del estudio, afirma, además que aunque hayan
llegado a 180 áreas en cada hemisferio, esperan que no sea el número final; yo
tampoco, ya que aun así se puede avanzar mucho en el conocimiento de nuestro
órgano rector en la medida en que avanza la tecnología.
¿En qué nos
beneficia todo esto? Como se ha demostrado, la interdependencia entre
proyectos y disciplinas no solo ayudan en generar conocimiento nuevo, sino que
también posibilita mejoras en los posibles tratamientos de enfermedades
mentales como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, desentrañar los
mecanismos de los trastornos del espectro autista, demencias o el Alzheimer, o,
además de la clínica, en mejoras en programas de rendimiento cognitivo y de
optimización mental.
Por lo tanto, aplaudo
todo avance científico en esta dirección, y lo siento mucho por los
estudiantes de primero de Psicología que deberán aprender casi un centenar de
nuevas partes del modelo anatómico del cerebro; aún sigo asombrado por cómo
encaja cada pieza en ese puzle 3D. No sé
si el pensamiento determina la existencia, lo que sé es que no podemos
prescindir de la técnica para pensar sobre lo existente y abrir nuevos caminos,
nuevas preguntas, ¿nuevos paradigmas?
Referencias bibliográficas:
Glasser,
M. F., Coalson, T., Robinson, E., Hacker, C., Harwell, J., Yacoub, E., ... y
Smith, S. M. (2015). A Multi-modal parcellation of human cerebral cortex. Nature.
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