martes, 15 de diciembre de 2015

Entrena la intuición para mejorar la razón

En muchas ocasiones se produce un conflicto entre la intuición y la razón, ¿verdad que muchas veces prescindimos de alguna para tomar decisiones? Hace unos días hice una encuesta sobre esto en Facebook y la mayoría respondió que empleaba la intuición para tomar decisiones. Según esa encuesta, somos más Patrick Jane (El mentalista) que Dr. Spock (Star Trek); curioso, ¿verdad? Pues si es tan importante en nuestro día a día (elegir ropa, tomar el metro o el bus…) cierta relación tendrá con la inteligencia. Y en algunas circunstancias puede ser incluso tan válida como la razón. En este post te voy a dar 5 pasos  para que puedas entrenar la intuición, porque no hace falta ser ni psicólogo ni filósofo ni vidente para ello, y así aprender a escucharte y acertar más en tus decisiones. Me basaré en el libro de Hogarth (2002).

Cuando se habla de intuición, varias palabras nos vienen a la mente: barruntar, presagiar, oler, sentir, corazonada… palabras que nos llevan al plano emocional, instintivo… pero no se trata de una emoción ni de un instinto. La intuición es algo más, está relacionada con la inteligencia… la inteligencia tácita, aquella de la que no somos plenamente conscientes.

En psicología se distinguen dos sistemas cognitivos: la ruta periférica y la ruta central. La ruta periférica es aquella relacionada con un procesamiento mínimo (vestirse, conducir hacia el trabajo…) en ella aplicamos la ley del mínimo esfuerzo para pensar. La otra, la ruta central, tiene que ver con el pensamiento racional y consciente (como cuando estamos intentando buscar una ley del Código Civil que pueda favorecer a un cliente, planificar una estrategia de ventas, preparar una clase…). La intuición, precisamente, emplea la ruta periférica, porque evolutivamente hemos aprendido a tomar decisiones rápidas y eficaces para sobrevivir (como un huir de un tigre de dientes de sable o reconocer los alimentos comestibles).

Cascada (Escher, 1961).

¿Significa eso que siempre acertamos al intuir? ¿Te suena aquello de… presiento que este número va a tocar, y luego no toca? ¿A que en los anuncios un actor con bata blanca tiene credibilidad como médico? ¿Y si te digo que en muchas ocasiones las personas inteligentes y con nivel educativo alto son más fáciles de convencer? Porque a veces los que saben menos no captan toda la información persuasiva. ¿Sabías que caen a la misma velocidad desde un tercero una pelota de tenis que un piano? La ciencia requiere del pensamiento lógico para que el conocimiento avance, la complejidad de la realidad hace que muchas veces saber cómo esta funciona resulta contraintuitivo. No olvidemos que el cerebro a nivel biológico está pensado para sobrevivir y no para alcanzar la verdad. Pero la razón no siempre es útil para decidir. Cuando tenía 9 años jugaba de defensa en un equipo de fútbol y un domingo teníamos un partido importante de la liga infantil y el portero se lesionó el día antes. El entrenador tomó la decisión racional de elegirme por mi corpulencia y fuerza… Perdimos 21 a 0 (!).

Pero es cierto que sin las corazonadas del científico, el pensamiento lógico no avanzaría. Por ejemplo, Einstein se imaginaba cabalgando un rayo de luz para elaborar su Teoría de la relatividad; el dermatólogo con tocar un poco el brazo le basta para detectar un bulto cancerígeno; un tenista sabe cómo tiene que darle a la pelota en cuestión de milésimas para hacer un revés. Se trata de la intuición del experto. Y esta sí se puede entrenar. A diferencia del cociente intelectual, la pericia aumenta de forma tácita, gradual (va poco a poco) y es acumulativa.

Decidimos de manera más intuitiva (83 %) que racional (17 %). Encuesta propia.

Para desarrollarla te voy a plantear 5 pasos sencillos:

1. Escoge un entorno favorable y con retroalimentación. Por ejemplo, en Toastmasters se puede practicar oratoria con la garantía de recibir un feedback constructivo. En cambio, si tomamos el ejemplo del tenista, por una vez que se ató antes la zapatilla izquierda antes que la derecha ganó el partido y desde entonces sigue el ritual de abrocharse antes esa zapatilla. Es así como se forman las supersticiones: a posteriori.

2. Practica. Cuanta más experiencia, más intuición. Aquí se cumple lo que siempre afirma el coach Mario Luna: «La acción supera la perfección».

3. Reconoce tus emociones. La emoción es información valiosa.

4. Observa y establece conexiones. Hacerse preguntas es importante: ¿Qué hay de irregular? ¿Qué falta? ¿Cómo se ve desde otra edad? ¿Cómo se ve desde otro punto de vista?

5. El truco del semáforo (de Elsa Punset). Imagina verde = Sí; y rojo = No. ¿Me llamo Jorge? Sí, me imagino el color verde. ¿Soy Puertorriqueño? No, color rojo. Hazte preguntas cada vez más complejas para visualizar automáticamente la intuición (verás rojo o verde sin apenas pensar).

Con esto podrás volverte experto en intuición y, por lo tanto, mejorarás en tu profesión y para tomar muchas decisiones con conocimiento de causa. Intuir es escucharse y escucharse es sentirse vivo, realizado. No hay nada más triste como ver personas con vidas aparentemente perfectas (buena posición social, parejas, poder, etc.) y que no sean felices porque siempre han hecho lo que la sociedad y las opiniones de su entorno dicen que es correcto.

Así que, eleva tu inteligencia a tener consciencia de lo inconsciente. Observa la realidad, hazte preguntas, practica, aprende… no dejes que te cuenten cómo son las cosas; decide, no con superchería, sino con intuición.

(Este post se basa en mi discurso de Toastmasters [Comunicador Competente n.º 3] que di hace poco).


Referencias bibliográficas

Hogarth, R. M. (2002). Educar la intuición: el desarrollo del sexto sentido. Trad. al español, Roc Filella. Barcelona: Paidós.







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