martes, 16 de diciembre de 2014

Disonancia cognitiva e ironía: el arte de la incómoda contradicción

Que una ministra con una gestión pésima dimita y diga que lo hace con la conciencia tranquila, que un fumador afirme convencido que fuma por cultura o que un país le declare una guerra a otro porque supuestamente existen unas armas de destrucción masiva, etc., hace que a veces estas situaciones resulten irónicas; lo que da lugar a un cierto humor negro.

¿Cuál es la relación entre la ironía y la disonancia cognitiva? ¿Subyace la segunda a la primera? En este post aventuro esta hipótesis porque poco se ha investigado sobre esta relación.

Una de las frases célebres de Mafalda. 


Se entiende por disonancia cognitiva al procedimiento psicológico que conduce a la autojustificación, la energía que produce la necesidad de justificar nuestras acciones y decisiones, sobre todo las incorrectas, para aliviar esa sensación desagradable de la contradicción. El término lo introdujo Festinger (1975) [1957] y, según él, esta disonancia puede brotar de:

1) De la inconsistencia lógica. P. ej.: el hombre puede llegar a la luna y este no podrá construir un aparato capaz de salir de la órbita terrestre.

2) Por conveniencias culturales. La cultura define lo que es consonante y lo que no. P. ej.: comer con las manos en una comida de etiqueta.

3) Porque una opinión concreta a veces está incluida dentro de la opinión general. P. ej.: cuando a alguien le gusta más el candidato del partido opuesto al que suele votar.

4) De la experiencia pasada. Como seguir bebiendo y afirmar que el alcohol no le afecta cuando en realidad se tiene un mal beber.

Estas disonancias tienen grados en magnitud.

En cambio, la ironía, tradicionalmente se define como expresar lo contrario a lo que realmente se suele decir. Pero la investigadora Alonso Quecuty (1995) en un interesante estudio sobre la ironía concluyó que se debe dar, para comprenderla, un contexto en el que se da una incongruencia con su protagonista, si en ese contexto el sujeto era elogiado (en contexto negativo) y viceversa con un sujeto de personalidad opuesta, entonces la ironía se comprendía antes que en contextos congruentes (elogios al sujeto en un contexto positivo o censuras en un contexto negativo). Por ejemplo, Miguel es un estudiante perezoso y siempre suspende, si cuando presenta su boletín de notas a sus padres con todas las asignaturas suspensas y estos le afirman «Miguel eres un genio», está claro que se trata de una frase irónica.

Booth (1986) diferencia entre ironía estable e inestable. La primera es intencionada, encubierta, no admite otras interpretaciones y es finita; en cambio la inestable está abierta a múltiples interpretaciones, ya que no es claramente intencionada por el autor.

Entonces, ¿existe ironía en la disonancia cognitiva? Si nos atenemos a la definición de ironía estable, depende. El sujeto afirma algo a pesar de que se demuestre lo contrario más bien de forma inconsciente, como un acto reflejo; en esos casos no hay intención de ser irónico. En cambio desde fuera se capta una cierta ironía (suelen ser terceras personas las que profieren frases con tono irónico respecto a otras).

También se puede dar el caso de que esa persona se esté riendo de sí misma: si retomamos el ejemplo anterior, Miguel podría afirmar: «¡Por supuesto que soy un genio!». Ahí Miguel refuerza su intención irónica gracias al empleo de la locución adverbial «por supuesto» y el tono exclamativo; nos da pistas de que es consciente de su propia disonancia cognitiva, haciendo un uso cómico de ella, produciendo una sorpresa, una ruptura de nuestras expectativas, que hace que tenga la expresión tenga gracia.

En suma, opino que todos los recursos retóricos y artísticos encierran una justificación psicológica. En el caso de la ironía pienso que la disonancia cognitiva, consciente o inconsciente, tiene mucho que ver. Sería interesante ver futuras investigaciones que confirmen o rechacen esta hipótesis.


Referencias bibliográficas:

Alonso Quecuty, María L. (1995). Comprender la ironía: algo más que intuición. En Mario Carretero, Julián Almaraz y Pablo Fernández Berrocal (1995). Razonamiento y comprensión. Madrid: Trotta.
Booth, Wayne C. (1986) [1974]. Retórica de la ironía. Madrid: Taurus.
Festinger, Leon (1975) [1957]. Teoría de la disonancia cognoscitiva. Madrid: Gráficas Nebrija, S. A.
Tavris, Carol y Elliot Aronson (2007). Mistakes Were Made (but not by me). Why We Justify Foolish Beliefs, Bad Decisions and Hurtful Acts. Orlando, Austin, Nueva York, San Diego, Londres: Harcourt.


(Imagen).




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