martes, 14 de octubre de 2014

El percepto mental y la comprensión al traducir (I)

Percepto mental, traducción y cognición, ¿cómo unir todo esto? En esta serie de cinco posts pretendo armonizar en la medida de lo posible estos tres conceptos y encontrar así sentido al «sentido», idea que ha dado mucho que hablar desde los setenta con la Escuela de París cuya una de sus precursoras, Marianne Lederer, es la autora del primer texto sacado del libro La traduction aujourd´hui, 1994; en este primer capítulo se vislumbra a grandes rasgos los fundamentos de la traducción interpretativa.

El segundo texto escogido es de uno de los intelectuales contemporáneos más importantes: Umberto Eco; se trata de un capítulo de Decir casi lo mismo, 2008 (traducción de Experiences in Translation, 2001), en el que el autor nos habla de la importancia de matizar bien que es interpretar y que no tiene por qué ser lo mismo que traducir.



Para mi tercer resumen, he hecho una sopesada elección de un artículo del magnífico (aunque poco económico) libro Translation and Cognition, 2010, editado por la autoridad en traductología cognitiva Gregory M. Shreve junto a Erik Angelone, ambos de la Universidad de Kent State (Ohio, EE. UU.); este reciente artículo trata sobre como el contexto reduce la polisemia de las palabras pero a su vez incrementa la creatividad de la expresión del texto meta. Con esta mezcla de experiencia, erudición y ciencia, sólo se pueden obtener conclusiones como mínimo interesantes sobre los procesos de comprensión del texto origen.


Resumen 1:

Interpréter pour traduire

Marianne Lederer

Universidad de la Sorbona (Francia)

Esta autora de la Escuela de París nos ofrece la visión de la teoría del sentido resumida en este capítulo. Según Lederer el acto de traducir consiste en primero en «comprender» un texto y luego «reexpresarlo» en otro idioma. Cada una de estas operaciones son bastante complejas: en la comprensión se requieren conocimientos lingüísticos y extralingüísticos, en la reexpresión influyen tanto el grado de conocimiento de la lengua meta como el talento del traductor.

Lederer afirma que la traducción tiene tres niveles: 1) nivel léxico, 2) nivel oracional y 3) nivel textual (se entiende texto como discurso); a los dos primeros niveles les corresponde la traducción lingüística y al último la traducción interpretativa.

Nuestra autora basa su teoría traductológica en sus más de veinte años de experiencia como intérprete de conferencias (donde se dan situaciones comunicativas perfectas de contexto compartido) con Danica Seleskovitch en el ESIT. Luego cita a Steiner (1975) cuando afirma que el misterio de la transferencia del significado es el mismo para un formulario que para el «Paraíso de Dante», lo que importa es el sentido, no el traducir palabra por palabra (en las conferencias se ve con más claridad la transferencia de sentido).

Según E. Cary (1962) el sentido no es tan fácil de percibirse en los textos escritos como en el lenguaje oral, la relación que existe en principio por el texto y la realidad desaparece progresivamente y solo permanecen las grafías que conservan el significado o parte de él en múltiples lectores (verba volant, scripta manent).

Según Lederer las palabras desaparecen con sus significados pero los sentidos permanecen desverbalizados en la memoria de los destinatarios. Más adelante Lederer sugiere que la ciencia confirmará en un futuro su teoría del sentido mediante un enfoque multidisciplinario. En la interpretación, como la entiende la Escuela de París, el sentido nunca es dado en la palabra suelta ni es la suma de estas: es su totalidad orgánica (coincidiendo con Sartre, 1985). Toman también de Piaget (1974) que toda percepción viene acompañada de una interpretación del sujeto.

Pero hay que tener cuidado con no confundir el sentido con la intención del autor ni la interpretación con la exégesis de un texto (Seleskovitch, 1984); el sentido es un «querer decir» externo a la lengua y anterior a la expresión en el emisor, posterior a la recepción en el receptor.

La autora subraya que las unidades de sentido están compuestas de «semantismo» y de «complementos cognitivos» (suficientemente compartidos entre emisor y receptor). Estas unidades son captadas mediante inferencias del sentido por el traductor experto, sin necesidad que todo el texto sea transmitido (conocimientos «desverbalizados»).

En cuanto a las peculiaridades de los textos escritos, Lederer afirma que existen dos corrientes principales:

1) fiel a los signos del texto origen o basada en correspondencias (afirma que el sentido es huidizo al interpretarse); e

2) interpretativa (sus detractores señalan que degrada la obra).

La Escuela de París se decanta por la segunda: la traducción interpretativa. La estabilidad de los textos escritos vuelve la detección de las unidades de sentido más difícil que en el lenguaje oral debido a los diversos tipos de ambigüedad que pueden presentar, sobre todo las palabras a nivel de lengua descontextualizadas que muestran la totalidad de su potencial semántico. Lederer, se basa en la psicología experimental cuando nos recuerda que no se pueden comprender dos significados simultáneamente. Pero en contexto se suelen desambiguar («actualizándose»).

Cuando la autora nos habla de la comprensión, afirma que para entender un texto son necesarias la competencia lingüística (sólo mediante un excelente conocimiento de la lengua origen y meta permite un acceso directo al «sentido» y su reexpresión adecuada) y el saber enciclopédico porque comprender un texto es de por sí una actividad global. Cuando se comprende se produce una especie de sinécdoque que hace que el pensamiento elija para expresarse formas a menudo complejas que nunca son totalmente explícitas, —lo implícito y lo explicito se combinan para entender un texto—.

Por último, la autora habla de la expresión y de la reverbalización, donde la restitución del sentido se hace en función de las ideas y no de las palabras (siguiendo a Laurence Bastit, 1984). En el análisis justificativo las frases deben ser comprendidas por la colectividad lingüística al que el traductor pertenece, adaptarse al escopo (público receptor), producir el efecto deseado y procurar no traicionar al autor (Lederer, 1994: 13-48).

Referencias bibliográficas


Lederer, M. (1994). La traduction aujourd’hui. París: Hachette: 13-48. (En ese capítulo están el resto de referencias citadas).

(Imagen): © Jorge Lucas Pérez




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comparte en Twitter