Percepto mental, traducción y cognición,
¿cómo unir todo esto? En esta serie de cinco posts pretendo armonizar en la medida de lo
posible estos tres conceptos y encontrar así sentido al «sentido», idea que ha
dado mucho que hablar desde los setenta con la Escuela de París cuya una de sus
precursoras, Marianne Lederer, es la autora del primer texto sacado del libro La traduction aujourd´hui, 1994; en este
primer capítulo se vislumbra a grandes rasgos los fundamentos de la traducción
interpretativa.
El segundo texto escogido es de uno de los
intelectuales contemporáneos más importantes: Umberto Eco; se trata de un
capítulo de Decir casi lo mismo, 2008
(traducción de Experiences in Translation, 2001), en el que el autor nos habla de la importancia de matizar
bien que es interpretar y que no tiene por qué ser lo mismo que traducir.
Para mi tercer resumen, he hecho una sopesada
elección de un artículo del magnífico (aunque poco económico) libro Translation and Cognition, 2010, editado
por la autoridad en traductología cognitiva Gregory M. Shreve junto a Erik
Angelone, ambos de la Universidad de Kent State (Ohio, EE.
UU.);
este reciente artículo trata sobre como el contexto reduce la polisemia de las
palabras pero a su vez incrementa la creatividad de la expresión del texto meta.
Con esta mezcla de experiencia, erudición y ciencia, sólo se pueden obtener
conclusiones como mínimo interesantes sobre los procesos de comprensión del
texto origen.
Resumen 1:
Interpréter
pour traduire
Marianne
Lederer
Universidad
de la Sorbona (Francia)
Esta autora de la Escuela de París nos
ofrece la visión de la teoría del sentido resumida en este capítulo. Según
Lederer el acto de traducir consiste en primero en «comprender» un texto y
luego «reexpresarlo» en otro idioma. Cada una de estas operaciones son bastante
complejas: en la comprensión se
requieren conocimientos lingüísticos y extralingüísticos, en la reexpresión influyen tanto el grado de
conocimiento de la lengua meta como el talento del traductor.
Lederer afirma que la traducción tiene tres
niveles: 1) nivel léxico, 2) nivel oracional y 3) nivel textual (se entiende
texto como discurso); a los dos primeros niveles les corresponde la traducción
lingüística y al último la traducción
interpretativa.
Nuestra autora basa su teoría traductológica
en sus más de veinte años de experiencia como intérprete de conferencias (donde
se dan situaciones comunicativas perfectas de contexto compartido) con Danica
Seleskovitch en el ESIT. Luego cita a Steiner (1975) cuando afirma que el
misterio de la transferencia del significado es el mismo para un formulario que
para el «Paraíso de Dante», lo que importa es el sentido, no el traducir
palabra por palabra (en las conferencias se ve con más claridad la
transferencia de sentido).
Según E. Cary (1962) el sentido no es tan
fácil de percibirse en los textos escritos como en el lenguaje oral, la
relación que existe en principio por el texto y la realidad desaparece
progresivamente y solo permanecen las grafías que conservan el significado o
parte de él en múltiples lectores (verba
volant, scripta manent).
Según Lederer las palabras desaparecen con
sus significados pero los sentidos permanecen desverbalizados en la memoria de
los destinatarios. Más adelante Lederer sugiere que la ciencia confirmará en un
futuro su teoría del sentido mediante un enfoque
multidisciplinario. En la interpretación, como la entiende la Escuela de París,
el sentido nunca es dado en la palabra suelta ni es la suma de estas: es su
totalidad orgánica (coincidiendo con Sartre, 1985). Toman también de Piaget
(1974) que toda percepción viene acompañada de una interpretación del sujeto.
Pero hay que tener cuidado con no confundir
el sentido con la intención del autor
ni la interpretación con la exégesis de
un texto (Seleskovitch, 1984); el sentido es un «querer decir» externo a la
lengua y anterior a la expresión en el emisor, posterior a la recepción en el
receptor.
La autora subraya que las unidades de sentido están compuestas de «semantismo»
y de «complementos cognitivos» (suficientemente compartidos entre emisor y
receptor). Estas unidades son captadas mediante inferencias del sentido por
el traductor experto, sin necesidad que todo el texto sea transmitido
(conocimientos «desverbalizados»).
En cuanto a las peculiaridades de los textos
escritos, Lederer afirma que existen dos corrientes principales:
1) fiel a los signos del texto origen o
basada en correspondencias (afirma que el sentido es huidizo al
interpretarse); e
2) interpretativa (sus detractores señalan
que degrada la obra).
La Escuela de París se decanta por la
segunda: la traducción interpretativa. La estabilidad de los textos escritos
vuelve la detección de las unidades de sentido más difícil que en el lenguaje
oral debido a los diversos tipos de ambigüedad que pueden presentar, sobre todo
las palabras a nivel de lengua descontextualizadas que muestran la totalidad de
su potencial semántico. Lederer, se basa en la psicología experimental cuando
nos recuerda que no se pueden comprender dos significados simultáneamente. Pero
en contexto se suelen desambiguar («actualizándose»).
Cuando la autora nos habla de la comprensión,
afirma que para entender un texto son necesarias la competencia lingüística (sólo mediante un excelente conocimiento de
la lengua origen y meta permite un acceso directo al «sentido» y su reexpresión
adecuada) y el saber enciclopédico porque
comprender un texto es de por sí una actividad global. Cuando se comprende se
produce una especie de sinécdoque que hace que el pensamiento elija para
expresarse formas a menudo complejas que nunca son totalmente explícitas, —lo
implícito y lo explicito se combinan para entender un texto—.
Por último, la autora habla de la expresión y
de la reverbalización, donde la restitución del sentido se hace en función de
las ideas y no de las palabras (siguiendo a Laurence Bastit, 1984). En el análisis
justificativo las frases deben ser comprendidas por la colectividad lingüística
al que el traductor pertenece, adaptarse al escopo
(público receptor), producir el efecto deseado y procurar no traicionar al
autor (Lederer, 1994: 13-48).
Referencias bibliográficas
Lederer, M.
(1994). La traduction aujourd’hui.
París: Hachette: 13-48. (En ese capítulo están el resto de referencias citadas).
(Imagen): © Jorge Lucas Pérez
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