Esta cita de Einstein da
título al post de hoy, reflexión que hace pensar en si esto es aplicable en la
mayoría de los casos. Muchas veces para entender algo necesitamos un
aprendizaje previo, una serie de conceptos sin los cuales la comprensión de
algo no es posible.
El arte de explicar no es un
arte fácil: se requieren, además de conocer la cuestión a tratar, tener unas
buenas habilidades didácticas, conocer bien a tu audiencia y flexibilidad para
cambiar de registro comunicativo.
Explicar es comunicar y para
ello, al igual que los movimientos actuales por la simplificación del lenguaje,
buscar la sencillez es algo crucial: es mejor decir algo con una palabra de uso
frecuente antes que con un sinónimo de registro erudito, utilizar frases cortas
de estructura sujeto, verbo y objeto, por no hablar del uso de buenos ejemplos
(para ir de abstracto a lo concreto) o de metáforas esclarecedoras.
Con esto está claro que
nuestra abuela lo tendrá mucho más fácil. Pero cuando se trata de explicar algo
realmente complejo, un aprendizaje y una formación previa se hacen necesarios;
por esa razón, las asignaturas de cualquier carrera siguen un orden de
dificultad creciente: necesitamos cada vez más un aparato conceptual más
elaborado. Por eso no se puede enseñar Derecho Romano II antes que
Derecho Romano I, ni Física antes de tener un conocimiento matemático
competente.
Si nos basamos en la teoría
de los esquemas o en el cambio conceptual, los esquemas previos que tenemos
sobre un tema harán de filtro fino para comprender una nueva información
siempre relacionada con lo aprendido antes. Tener pocos conceptos asimilados
sobre un tema producirá la sensación que captemos menos datos en una
explicación al igual que peces que se escapan de una red demasiado abierta. El
aprendizaje de dichos conceptos conlleva tiempo y esfuerzo.
Las metáforas ayudan mucho,
pero tienen sus límites: nos ayudan a hacernos una idea de algo, una visión
global, pero nunca serán sustitutas de una explicación con la terminología
propia porque las metáforas mantienen un componente intuitivo; y ya se sabe:
cuanto más avanzada sea una teoría científica, menos intuitiva es y mayor
cambio conceptual requerirá. El hecho de simplificar demasiado un razonamiento
tiene como consecuencia explicar algo distinto a lo que se quería comunicar
(véase Howard, 1987).
A modo de conclusión, se
puede afirmar que es posible explicar simplificando, de lo contrario Einstein
nunca nos habría hecho comprender la relatividad, o nuestros profesores jamás
nos habrían aportado nada que nos hiciera avanzar, teniendo en cuenta saber que se puede enseñar solo lo que se puede
aprender; teniendo en mente qué conceptos maneja nuestro receptor. Es
importante facilitar las cosas empleando un lenguaje lo más sencillo posible a
fin de comunicarnos eficazmente. No podemos hacer comprender sin comprendernos.
Referencias
bibliográficas:
Howard, Robert (1987). Concepts
and Schemata. An Introduction. Londres/Filadelfia: Cassel Educational.
(Imagen).
realmente muy interesante
ResponderEliminar¡Gracias! :-)
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