El David
de Miguel Ángel, obra maestra indiscutible de la escultura, ya estaba en el
bloque de mármol antes de desbastarlo, según el autor. Lo mismo ocurre con todo
lo que nosotros observamos en la realidad en función de nuestra formación: el
conocimiento cambia la percepción de la realidad.
Los Medicis, mecenas de
nuestro artista, encargaron a Miguel Ángel, cuando este tenía 26 años, una escultura para la plaza
principal de Florencia. La búsqueda del bloque de piedra adecuado duró dos años
hasta que encontró un gran bloque de mármol proveniente de los Alpes.
Estudió cada palmo del bloque hasta que fue capaz de
visualizar a su David, estatua de
cinco metros y medio. Lleno de inspiración, mandó a sus ayudantes traer dicho
bloque a su estudio. Ahí comenzó su dura tarea de darle forma, se pasó semanas
en estado de flow cincelando,
puliendo y abrillantándolo, tanto que le llegaron a sangrar incluso las manos.
El día de mostrar la estatua al público, se
reconoció el David como una escultura
suprema, trabajada al detalle. Miguel Ángel atribuyó su mérito al trabajo duro;
todo lo que hizo fue quitar todo lo que no correspondía al David (véase Kimbro, 2013).
Con trabajo duro nos formamos durante años, ya sea
en un oficio, licenciatura, grado o doctorado, y de esta forma aprendemos una
serie de conceptos importantes que nos ayudan a clasificar mejor los datos
entrantes de nuestras percepciones. A esto se le llama procedimiento deductivo (top-down processing, en inglés).
Esto hace que un fotógrafo vea en su mente en
encuadre e iluminación perfectos ante una posible foto; el neurocirujano las
incisiones milimétricas del cortex
que debe realizar; el comercial sepa captar el tipo de cliente y sus
necesidades específicas antes de ofrecerle un producto; el futbolista la manera
de golpear el balón para que entre con rosca y por la escuadra; el arquitecto
el tipo de edificio que encaja mejor en un determinado contexto urbano,... y
así una interminable lista de profesionales y su visión de un trabajo bien
hecho en cada circunstancia.
Todo se reduce a ver antes de actuar, tener esa idea
de perfección en mente antes de llevar a cabo el proceder. La experiencia
aporta ante ese procedimiento deductivo,
el procedimiento inductivo (o bottom-up, en inglés) y es en ese caso
que gracias a las excepciones se crean nuevas reglas, o se acerca uno más a ese
ideal (Eugenio Trías veía al genio a aquel que era capaz de convertir toda
excepción en nueva regla).
Entonces ¿somos todos capaces de ser como Miguel
Ángel? Pues depende de superar tres enemigos letales:
1. El miedo,
2. la falta de autoestima; y,
3. la mediocridad.
Si buscamos la excelencia en todo lo que hacemos,
lograremos ver a ese David y así
conseguir ver lo que nadie antes vio. Seremos innovadores, creativos y, sobre
todo, imprescindibles al diferenciarnos sobre el resto. Porque al fin al cabo,
cada profesión es todo un arte y todos anhelamos... la belleza. Sabía que si metía simetría funcionaría,
simetría metía: sí que sabía.
Referencias bibliográficas:
Kimbro, Dennis (2013). The
Wealth Choice: Succes Secrets of Black Millionaires. Nueva York: Palgrave
Macmillan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario