martes, 6 de mayo de 2014

Are you reading?

La historia de la lectura se remonta desde la invención de la escritura en el cuarto milenio antes de Cristo. Desde la piedra al papel y desde el papel al PC, tablets y pantallas de E-books, esta herramienta de comunicación, sustento de los historiadores, fue privilegio de pocos durante la Revolución Industrial. Presente durante toda la historia de la enseñanza de los idiomas, se trata del canal principal para el input de L2. 

Hasta los ochenta y noventa, se consideraba la habilidad de reading, junto con el listening, una destreza pasiva en el aprendizaje de idiomas. Entonces pasó a volverse activa. A día de hoy, este ámbito ha evolucionado de nuevo hacia lo interactivo más que activo porque la interpretación del lector juega un papel importante tanto como la intención del escritor; se negocia el significado entre el texto y los lectores.




Grosso modo se puede hablar de las 3 P del reading:

1) Como una práctica en la que la alfabetización puede reconocerse según dos tendencias: la instructiva (leer y escribir como parte del comportamiento lingüístico) y la ideológica (factores históricos y marco cultural).

2) Como un producto, es decir, centrado en el texto (relación entre forma y significado, rasgos específicos del texto).

3) Como un proceso donde el lector es considerado como punto de partida (deductivo, conocimientos previos, valores del lector).

En cuanto al contexto académico, el papel del profesor es el de hacer, por supuesto, más fácil y posible las tareas de lectura a los estudiantes; por ejemplo, haciéndoles reconocer elementos léxicos y estructurales, y haciéndoles comprender dichos elementos, o reforzando estas palabras y estructuras al practicarlas oralmente.

Pienso que un profesor, maestro o instructor de idiomas debe lograr que sus alumnos, sin saltarse las etapas de aprendizaje pasivo iniciales, se conviertan en lectores activos al proporcionarles las estrategias adecuadas que les permitan enfrentarse a textos difíciles (dirigidos a hablantes nativos).

Un lector activo es alguien que lee con el propósito en mente, que establece sus objetivos dado que cada texto tiene un valor diferente; este lector también construye una comprensión del texto al encontrar información relacionada con sus metas de aprendizaje. Este tipo de lector es además capaz de analizar (mediante preguntas) y de sintetizar (resumiendo), por no olvidar de las habilidades de ser flexibles y selectivos.

Aunque antes de alcanzar esta meta ideal, los estudiantes deben acumular experiencias y los maestros deben ser conscientes, al igual que con el listening, de las técnicas de prelectura, lectura y poslectura, asegurándose al final que el idioma se interiorice (p. ej.: mediante tareas creativas).

Otro aspecto a tener en cuenta es la circunstancia en la que a veces los enseñantes eligen textos poco interesantes para sus pupilos. Considero que es necesario para un estudiante que este sea suficientemente abierto y maduro para aceptar, en la medida de lo razonable, estos textos como modelos desafiantes y útiles para abordar, por ejemplo, las cartas comerciales tan necesarias en la vida real, o las citaciones del juzgado (pero no tanto el Paraíso Perdido de Milton).

¿El futuro del reading? Nadie lo vislumbra con certeza. Hay autores como Umberto Eco que aseguran que el libro en papel nunca desaparecerá al ser una tecnología eterna (como el cuchillo o la bicicleta), y otros que afirman, como demuestran cada vez más las estadísticas, que dentro de dos generaciones ya nadie se acordará del libro tradicional. Los profesores juegan un papel crucial en la enseñanza de la lectura y la selección de textos (tanto en papel como en formato digital) porque para convertirse en un lector independiente es necesario dedicarle mucho tiempo y esfuerzo, pero se trata de una de las mejores inversiones que uno puede hacer. Se aprende a leer leyendo.


(Imagen).


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