Este libro escrito por Agustín Rosa, fundador y CEO del Club
Internacional de Oratoria (CIO) y doctorando en Comunicación Social, nos narra,
a través del storytelling, la
aventura de un joven universitario que asiste a un curso, Agustín Marín, dentro
del mundo de la oratoria. Se trata de un libro de divulgación del arte de
hablar en público, con la peculiaridad de que se centra en los errores típicos
del orador.
Hablar en público es una asignatura que debería existir como materia
troncal en toda carrera universitaria porque se trata de una habilidad que se emplea mucho en el mundo laboral y que la
mayoría aprende sobre la marcha (a través de la experiencia) o bien leyendo
manuales sobre retórica y oratoria, que suelen ser bastante densos, o bien poco
aplicables.
En este sentido el libro de Agustín Rosa, Hablar bien en público es posible, si sabes cómo. Impacta, enamora y marca la diferencia con tu oratoria publicado por Paidós en 2013, aporta
una perspectiva notablemente práctica: de todas las operaciones retóricas, inventio, dispositio, elocutio, memoria
y actio, nuestro autor se centra en la
actio, la parte práctica del
discurso, y lo hace de una manera totalmente actualizada (incluye el manejo del
PowerPoint)
Por lo tanto estamos ante un libro útil para todos los
públicos y fácil de asimilar porque Agustín, a través de la narración de una
aventura, nos facilita la tarea de memorizar lo importante, ya que, como
estudios científicos recientes lo avalan, recordamos mejor la información
narrada o transformada en historias debido a que se rememoran con la parte
emocional del cerebro.
Las emociones ocupan, justamente, una parte importante del relato: por
ejemplo, en la gestión del miedo escénico, o en el saber motivar a un auditorio
mediante dinámicas como el «Agustín saltarín». Si el orador no contagia entusiasmo
por lo que hace, su mensaje no llegará al auditorio (lo que Aristóteles llamaba
el pathos).
El autor nos lleva de la mano en todo momento porque va enumerando
todas las conclusiones a medida que avanza la historia (los más de 200 errores
del orador recopilados) y al final de cada capítulo nos los recuerda. Aparte,
nos facilita pequeños testimonios de diferentes profesionales que, por una razón
u otra, tienen que hablar en público (los testimonios) y, para facilitar más las
cosas, Agustín nos ofrece lecciones de su experiencia para solventar algunos
problemas frecuentes, como el enfrentarse a las preguntas del auditorio o
quedarse en blanco (los «truquitos Agustín»).
Quizás este libro no te ayudará a construir un discurso ni a aplicar las
metáforas más adecuadas en tu alocución, pero sí te resultará útil para que tu
mensaje se transmita sin que lo memorices palabra por palabra y adaptándolo al
público: no se tiene que hablar con el mismo tono y vocabulario ante un
tribunal de tesis doctoral, que en una charla para adolescentes.
Repito, no es un manual de retórica, su formato divulgativo hace que
el lector tenga una buena visión de conjunto para no cometer los mismos errores
una y otra vez; gracias a estas lecciones de la experiencia no tendremos que reinventar
la rueda. Para ello Agustín utiliza el modelaje de una figura carismática en el
relato, Tony Sun (no confundirlo con el actor taiwanés), además el protagonista
aprende también de su propia experiencia; su secreto: tener una mente abierta y
saber escuchar.
En suma, recomiendo este libro que te resultará ameno (he disfrutado con su lectura) sin por que por
ello sea menos profundo. Ya no vale aquello del rem tene verba sequentur (domina tu tema y las palabras vendrán) si
no practicas bien tu actuación, tu puesta en escena. Como diría Marilyn vos
Savant (la mujer con el cociente intelectual más alto del mundo [228]): «No
importa lo claro o bien que te expreses o escribas, serás malinterpretado por muchos». Por eso hay que trabajar en transmitir bien el
mensaje, así algo quedará y podrás marcar la diferencia.
Referencias bibliográficas:
Rosa, Agustín (2013). Hablar bien en público es posible, si sabes cómo. Impacta, enamora y
marca la diferencia con tu oratoria. Barcelona: Paidós.
(Imagen).
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