martes, 22 de julio de 2014

Bill Clinton y la oratoria: el arte de la cercanía

Existen muchas maneras de responder a una pregunta, o de enfrentarse a una objeción. La herramienta del Judo Verbal es una de ellas; pero hay personas que tienen una capacidad innata de ir más allá. Una de ellas es Bill Clinton.

Tomaré un ejemplo muy concreto: el 19 de octubre de 1992, Richmond, Virginia (EE. UU.), en pleno debate para la presidencia del gobierno. Candidatos invitados: George Bush padre, Ross Perot y Bill Clinton.


Bill Clinton.

En pleno transcurso de este debate decisivo, Marisa Hall, una joven negra de 26 años, pregunta a los aspirantes a la presidencia: «¿Cómo les ha afectado personalmente la deuda pública?». Y, la volvió a formular porque Bush no comprendió bien la pregunta: «Tengo amigos que se han quedado sin trabajo, conozco a gente que no puede pagar la hipoteca o las letras del coche. A mí la deuda pública me afecta personalmente. Pero ¿cuánto les ha afectado a ustedes?».

Tras responder Ross Perot y George Bush como pudieron, y sin convencer (Bush respondió sin haber comprendido bien la pregunta y tras mirar su reloj [señal clara de desinterés]). Cuando llegó el turno de Clinton, este se levantó de su asiento y se acercó a la chica, haciéndole sentir como si fuera la persona más importante de la sala. Clinton le respondió mirándola a los ojos:





«Le voy a decir cómo me ha afectado. He visto lo que ha pasado en mi Estado los últimos cuatro años, ya que es muy probable que conozca los nombres de todos aquellos que se han quedado sin trabajo. Cuando una fábrica tiene que cerrar, conozco a los que la llevaban. Cuando un negocio se va a pique, sé quiénes eran sus dueños».

«Me he pasado trece meses desde el octubre pasado [1991] reuniéndome con personas como usted por todo el país; gente que se ha quedado sin trabajo, sin ninguna fuente de ingresos o sin seguro médico. Lo que me gustaría que entendiese es que todo eso no se debe únicamente a la deuda pública. Se debe también a que los Estados Unidos no ha [sic] invertido suficientemente en sus ciudadanos. A que no hemos crecido. A que durante doce años hemos tenido una economía que se consumía poco a poco. A que nos encontramos atenazados por una teoría económica errónea».

«Y le recomiendo que decida su voto pensando en qué tipo de teoría económica desea». (Traducción entresacada de Hamilton, 2005).

El Judo Verbal, o comunicación táctica (le dedicaré un post más adelante), indica que para contestar a una objeción o para evitar el conflicto en una discusión, se debe estructurar la respuesta de la siguiente forma:

1. Aceptar lo que el otro dice, dándole la razón.

2. Usar la conjunción adversativa «pero» + nuestro mensaje/postura.

Por ejemplo:

Entiendo que quieras volver más tarde de las doce, es normal, eres joven y te quieres divertir (1), pero ya sabes que para convivir tenemos que seguir las normas de la casa; por lo tanto te pido que regreses antes de las doce (2).

La idea es empatizar con la otra persona, sin dejar de manifestar nuestro deseo. De esta forma los ataques no se toman como algo personal y se liman asperezas.

Bill Clinton, en su alocución a Marisa Hall, ha hecho una demostración sublime de cómo empatizar con la otra persona:

1. De forma no verbal:

1.1. Aplicando la escucha activa antes de responder.

1.2. Al acercarse a ella y mirándola a los ojos en todo momento, prestándole la atención que se merece. .

2. De forma verbal:

2.1. Contestando a través de la propia experiencia de Clinton, empleando la anécdota personal, para crear cercanía (personalización, storytelling) («[...] es muy probable que conozca los nombres de todos aquellos que se han quedado sin trabajo [...]»).

2.2. Identificándose de forma exacta con Hall, haciéndole ver que conoce de primera mano su problema (empatía) («Me he pasado trece meses desde el octubre pasado [1991] reuniéndome con personas como usted por todo el país;[...]»).

2.3. Matizando la pregunta, demostrando que sabe hilar fino en estos temas aportando la perspectiva de un experto (área de mejora [gap] del problema) («todo eso no se debe únicamente a la deuda pública. Se debe también a que [...]»).

2.4. Dándole la solución de su pregunta ofreciéndole tomar una decisión libre (llamada a la acción: votarle) («Y le recomiendo que decida su voto pensando en qué tipo de teoría económica desea»).

Aparte de estudiar y practicar mucho sus discursos, Bill Clinton debe en parte su carisma a su amor por su profesión y a su interés genuino por las personas. Si no eres capaz de transmitir eso, nunca podrás alcanzar el éxito en tus relaciones con los demás. A veces, para ser rico, hay que ser generoso antes; lo mismo ocurre con la comunicación.


Referencias bibliográficas:

Hamilton, Nigel (2005). Bill Clinton. Volumen II. Barcelona: Ediciones Folio. 

(Imagen).

(Vídeo).



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