El pasado 20 de abril de 2018 fue un día
memorable gracias a una sesión de dos charlas que tuvo lugar en la sala de
grados de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga
(España). Fueron dos charlas que tenían un hilo conductor en común: las demencias desde el punto de vista
investigador y su abordaje terapéutico. Las impartieron los investigadores José Barroso (Universidad de La Laguna,
España) y Samuel López (Universidad
de Granada, España).
Charla
del Prof. Barroso
Para comenzar, y tras las pertinentes
presentaciones, José Barroso nos contó muchas cosas sobre el estado de la cuestión de la neuropsicología
dentro del campo de investigación de las demencias. Entre ellas, nos habló
de lo mal que se diagnostica en muchos casos, con meras pruebas de cribaje como
el Mini Mental —que ni siquiera tiene
en cuenta medir la memoria mediante
pistas—, ya que se ha demostrado que todos con la edad perdemos la
capacidad de evocar recuerdos, pero se tarda más en perder el recuerdo si se
dan claves para acceder a este. También fue crítico con la investigación sobre
el alzhéimer previa a 2008, que estaba mal planteada porque no se tenía en cuenta
correctamente, entre otras cosas, los correlatos anatómicos del cerebro. Por
ejemplo, es difícil que los biomarcadores no tengan fallos, y es más aún más
difícil diferenciar una depresión del deterioro cognitivo leve.
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Cartel de las charlas (Universidad de Málaga, España, abril 2018). |
Este profesor e investigador es pionero en estudiar el envejecimiento
normal de la población, comenzó a hacerlo en 2004 y, desde entonces, ha
aportado una ingente cantidad de datos a una gran cantidad de investigadores y
neurólogos de todo el mundo. Recoge datos que abarcan desde los 35 hasta
los 85 años (las personas muy mayores son más reticentes a la hora de colaborar con
investigaciones y se cansan más).
Su
manera de diagnosticar la demencia abarca cinco dominios con dos pruebas al
menos.
Este profesor también nos mostró distintos
gráficos y curvas en las que se aprecia la evolución
del deterioro cognitivo (de menos a más) en relación con la edad. Está comprobado que hay diferentes edades
críticas como los 50 y los 75 ─y más edad─ en las que el cerebro experimenta un
declive paulatino en sus funciones cognitivas. Empezamos a olvidar determinadas
cosas (como los nombres de las personas [algo normal] hasta quienes somos en
las fases más graves del alzhéimer); con la edad, lo que se va deteriorando a
todo el mundo son las velocidades de procesamiento y las anomias (incapacidad
para nombrar). A nivel neurológico, primero perdemos grosor en la corteza
parietal, y luego en la frontal.
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El profesor e investigador José Barroso (Universidad de La Laguna, España). |
José
Barroso hizo mucho hincapié en el tratamiento estadístico avanzado cuando se trata de investigar en
psicología básica para luego trasladar estos conocimientos a la clínica. En
concreto, resaltó el análisis
multivariante y nunca dejar de actualizar nuestros conocimientos: «De lo
contrario, te quedas fuera».
Una de las cosas que se me quedaron mejor de
esa charla es que es importante saber puntuar
la calidad de nuestras relaciones sociales; por ejemplo, ponerle un 5 a un
conocido que nos da conversación cada vez que lo vemos y apenas tenemos
confianza con él, a ponerle un 9 a la relación con un ser muy querido que vemos
a diario y es, además, uno de nuestros mejores confidentes. De hecho, también
me hizo gracia que le dijera a una mujer mayor que los novios fuesen «de usar y
tirar», ya que este investigador valora también llevar una vida plena, aunque
no se esté en pareja. Hay que saber envejecer de forma activa y saludable.
Lástima que se excediese su charla demasiado,
porque me estaba resultando bastante amena.
Charla
del Prof. Samuel López
En cuanto al segundo ponente, la primera impresión
fue muy positiva, y no defraudó salvo porque también prolongó más de la cuenta
su ponencia.
Samuel nos propone en su investigación elaborar una guía del deterioro cognitivo,
ya que los criterios de diagnóstico han cambiado mucho: ¿tenemos que tener en
cuenta los síntomas (realidad
objetiva de que algo no funciona bien), síndromes
(conjunto de síntomas, pero que no forman un trastorno) o la entidad clínica (conjunto de síndromes
que cumplen unos criterios diagnósticos)?
El profesor e investigador Samuel López (Universidad de Granada, España). |
Nos habló del concepto de brote cognitivo o entidades clínicas de etiologías (origen de la
enfermedad) múltiples. Son como puntos de inflexión que nos hacen ver que algo
empieza a fallar, según he entendido. Prosiguió hablando del deterioro
cognitivo leve y dijo que se debía a la alteración de la funcionalidad de los
pacientes.
En cuanto a los biomarcadores, también opinó que no son la panacea: las enfermedades son complejas; por ejemplo, la
simple acumulación de proteínas TAU en el alzhéimer puede significar varias
cosas. En relación con esto, nos advirtió que hay muchas personas de unos 40
años a las que se hicieron unas pruebas neurológicas en las que aparecieron
este tipo comienzo de deterioro y aun así podían hacer vida normal, por lo que
nos recomendó que no se pasen este tipo de pruebas por gusto por dos razones:
1. ¿De qué
nos sirve saber con mucha antelación que vamos a tener alzhéimer si no se puede
hacer nada para remediarlo? Son ganas de sufrir o frustrarse innecesariamente.
2. El
hecho de comunicar este tipo de resultados a las empresas donde se trabaja
puede acabar con el despido de la persona diagnosticada; a pesar de que
funcione perfectamente para trabajar.
Por tanto, los biomarcadores no son algo tan
útil a la hora de la verdad.
En lo que respecta al concepto de demencia, nos dijo que ha ido
evolucionando con el tiempo y que no
solo afecta a la memoria: es mucho más complejo. Por otra parte, ratificó
que el concepto de demencia senil no existe, ya que la demencia puede darse
incluso a los 27.
Cerca del final, nos dio un atisbo de esperanza
al afirmar que hay demencias reversibles
(a veces debido a algún tipo de medicación). Y que los criterios de clasificación sindrómicas son los más útiles.
Si hubiese terminado aquí la charla hubiera
sido casi perfecta, pero retomó puntos de la charla ya explicados para
mostrarnos más datos de sus investigaciones y ahí se me hizo un poco largo (se
tiró diez minutos diciendo «Y con esto ya acabo»).
En suma, fue una jornada de la que aprendí
bastante, pese a que en muchos momentos se emplearon muchos tecnicismos que solo comprendieron los
profesores y profesionales que asistieron a la charla. Conocer hasta dónde
podemos funcionar a nivel cognitivo nos recuerda lo importante de no perder el
corto tiempo que abarca nuestras vidas y nos obliga a ser un poco más humildes.
Sapere aude et carpe diem!
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